INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA

Tanto el profeta, como la palabra en forma oral y escrita son instrumentos que transmiten un mensaje inspirado, por lo que correctamente hablamos del mensaje inspirado que transmite la Escritura.

La Inspiración es el soplo sobrenatural del Espíritu de Dios ejercido sobre la mente de todas las personas involucradas en el largo proceso de transmisión del texto bíblico como portador de un mensaje, capacitándoles para exponer la verdad divina de modo que recibamos el mensaje correcto de cómo agradar a Dios y disfrutar de sus privilegios.

  1. Inspiración verbal: que Dios inspiró las ideas y las palabras.

Algunos sostienen que la Inspiración divina recae sobre la Escritura, de modo que su énfasis está en que la Escritura es inspirada por Dios. Esta posición es conocida como la Inspiración verbal y plenaria. Su conclusión es que la Biblia registra la revelación de Dios y que la Inspiración de la Biblia abarca todas las ideas y las palabras de los libros originales, así la Biblia es la Palabra escrita. La palabra inspiración representa la acción del Espíritu de Dios, es el soplo de Dios que entra en los hombres, capacitándoles así para recibir y comunicar el mensaje divino escribiendo lo que el Espíritu Santo de dio, sea que expresase verdades anteriormente conocidas o no. Por lo tanto, la Escritura es inerrable.

Como afirma E. Lund y P. C. Nelson, en su Introducción Bíblica. La inspiración plenaria, enseña que todas las partes de la Biblia son igualmente inspiradas, incluyendo su historia, poesía, profecía y doctrina. Afirma que los escritores estaban tan plenamente rendidos a Espíritu de Dios que pensaban como él, y escribían exactamente lo que él les guiaba a escribir. El Espíritu Santo los dirigía en todo el proceso de meditación y composición. El elemento humano el escritor averigua, recoge información, escucha los informes de los testigos y coordina una relación de las cosas que apelaron a sus facultades razonadoras como dignas de creencia. Pero todo esto acontecía bajo el poder y dirección del Espíritu Santo quien guardaba a los escritores de hacer el más mínimo error. En ese sentido lo que tenemos es humano divino.

El problema de esta concepción, es que no logra explicar los innegables errores gramaticales e históricos, las diferencias de estilo, las incoherencias y contradicciones entre diversos textos. Presenta a un Dios inconsistente consigo mismo. Igualmente no da cuenta con los testimonios expresos de ciertos escritos en los que el autor humano se presenta como plenamente responsable de su obra, como es el caso de Lucas y de las cartas de Pablo. Y las explícitas menciones de para quien o quienes se escribió. En un caso para judíos, israelitas; en otro caso a ciertos personajes, Teófilo; a comunidades, Corintios, Gálatas, a las iglesias en Asia –en ningún caso a nosotros de manera directa y principal.

La inspiración verbal identifica Revelación con Biblia. De esta manera fijan la atención en el relato o reportaje mismo que presenta el autor y no en el mensaje transmitido mediante el texto, es decir, como dice Eduardo Arens «predomina la importancia concedida a ¨qué pasó o se dijo¨ sobre ¨qué significa lo que pasó o dijo¨, y por eso dedican esfuerzos denodados en demostrar la supuesta historicidad de cada detalle». 

  1. Que Dios inspiró a los profetas.

En base a 2 Pedro 1,20-21 «entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo». Hay quienes sostienen que la Escritura no es la receptora de la inspiración divina, sino los hombres-profetas. Ellos fueron los que fueron inspirados, la Escritura es una obra más tardía realizada por otros escritores que recogen el testimonio de lo que la tradición oral ponía en boca de los profetas. Que la inspiración bíblica se toma de la inspiración profética, y se ha proyectado y extendido a toda la Biblia. Se tomó como modelo la inspiración divina a los profetas. En los escritos de los profetas se afirma que Dios dictaba al profeta o ponía en su boca las palabras que debería decir, o que el profeta era poseído por el espíritu de Dios. El texto de Pedro se refiere a las profecías, no a los relatos históricos o a la poética. 

Tomando en cuenta el contexto literario del texto observamos que el autor no está preocupado con la inspiración de la Biblia, sino con el rasgo distintivo del auténtico profetismo, en contraste con el de los seudoprofetas, a los cuales ser refiere. No habla de salmos, de narraciones, de poesía, de leyes. Se refiere solamente a los pronunciamientos ¨de parte de Dios¨, los mensajes de corte profético. Las personas que apelan a 2 Pedro 1,20 y siguientes para demostrar que la Biblia está inspirada, lo hacen porque tienen una idea de inspiración basada en el modelo profético.

Ningún escrito de la Biblia se autodefine como inspirado, y ninguno dice nada explícitamente sobre la inspiración misma. Lo inspirado era el mensaje, no las palabras o los datos históricos.

  1. Inspiración filosófica-psicológica.

La observancia de diferencias en estilo y en ideas en los diferentes escritores de la Biblia condujo a la conclusión de que el escritor humano no puede ser considerado como un instrumento ciego y puramente mecánico de Dios, como postula la visión verbal de la inspiración. Es por eso que ciertos teólogos explicaron la inspiración en términos filosóficos-psicológicos. En esta concepción se ve la Biblia como obra de dos autores, Dios y el hombre, y se centra en la relación entre ellos. El intelecto del autor humano, fue «movido por Dios» respetando su personalidad y sus condicionamientos humanos, de tal modo que escribiese precisamente lo que él quería. Dios es la causa eficiente y los autores humanos causa instrumental, movidos por el Espíritu Santo. No se trata de inspiración verbal, de las palabras mismas, ni de las ideas, las cuales los hombres expresaron de la mejor manera que podían en su tiempo, según las costumbres de su cultura.

  1. Palabras o escritos inspirados.

Hay quienes enseñan que son las palabras tanto oral como escrita las que fueron inspiradas, que Dios escogió las mismas palabras de la Escritura y que ellas por tanto son palabras de Dios.

La verdad es que Dios es el autor, el inspirador, el que está en el origen de la Escritura. Pero eso es distinto a creer que él es el escritor o que dictó las palabras. Dios es el autor intelectual, no material. Las palabras que encontramos en la Biblia son palabras humanas. La inspiración es esencialmente presencia y comunicación divina, y ésta se da en personas, no a escritos. Los escritos pueden calificarse como inspirados solamente en la medida en que lo estuvieron sus autores.

En 2 Timoteo 3,16-17 es el único texto bíblico donde aparece la palabra «inspirado por Dios». Pero este texto se puede traducir literalmente de dos manera: (1) ¨Toda escritura es inspirada y es provechosa para enseñar, para reprender, para corregir, e instruir en justicia¨, o (2) ¨Toda escritura inspirada es también provechosa para enseñar, para reprender, para corregir, e instruir en justicia¨. Después de un examen de dicho pasaje Eduardo Arens concluye en que la atención en este pasaje está centrada en la utilidad pedagógica de la escritura inspirada, no en el hecho de su inspiración divina. 2 Timoteo 3,16 es una afirmación de carácter funcional, no ontológico. Este pasaje no afirma que la Biblia es producto de la inspiración divina, ni era esa la intensión del autor, sin más bien destaca la utilidad ética-pedagógica de la escritura inspirada por Dios.

  1. Que Dios inspiró a los autores literarios.

Otros nos dicen que fueron los escritores bíblicos los que fueron inspirados por Dios. Ellos fueron movidos a recoger los eventos y palabras que Dios quería dejar a su pueblo y los inspiró. La inspiración en este caso es el mover de Dios a estos hagiógrafo para que escriban ya sea lo que vieron, recibieron de la tradición o que investigaron por su propia cuenta.

La idea que Dios movió a los autores en su tarea de escritor, que modo que escribiese todo lo que Dios quería que escribiera. En esta creencia la concentración recae en el escritor como único beneficiario de la inspiración divina, y es peculiar el uso del término «hagiógrafo» (escritor sagrado).

Esta concentración en la inspiración del autor literario, pierde de vista algunos elementos. Y cito a Eduardo Arens «Si aquel que compuso un determinado escrito recopiló ciertas tradiciones, ¿hasta qué punto puede ser considerado como autor e inspirado por Dios? ¿No estuvo también inspirado el que por primera vez relató oralmente tal o cual tradición, de las cuales se va a depender? ¿No estaban inspiradas las profecías y la predicación de los apóstoles, transmitidas oralmente y en la que se basaron ciertos escritores? Y en las obras que fueron compuestas por varios autores, así como las que fueron retocadas o retrabajadas, ¿Quién de todos fue el inspirado?»

Tanto la inspiración verbal y plenaria, que pone el énfasis en las palabras mismas, como ésta que pone en énfasis sobre los autores, ignoran la tradición oral –todo el proceso que va desde el acontecimiento ocurrido hasta su narración escrita –y no toman seriamente en cuenta los condicionamientos culturales, históricos  y circunstanciales del escritor.

  1. Argumentos para defender:

Tanto el hombre-profeta, como la palabra oral y la escrita son instrumentos utilizados para transmitir lo que en realidad es el mensaje inspirado por Dios. La inspiración es una comunicación divina que se dirige a personas y no a escritos. El texto es el resultado del autor inspirado, en tal sentido, el texto está inspirado porque lo estuvo su autor o autores.

Hombre-profeta———–Palabra oral—————–Escritura

(Recibe y transmite un mensaje)       (Códigos cargados de un mensaje)              (Códigos que transmiten un mensaje)

Tanto el hombre-profeta, la palabra oral, y la escritura son instrumentos.

Hombre-profeta = instrumento

Palabra oral       = instrumento

Escritura            = instrumento

¿Para qué se utilizan esos instrumentos?, ¿Quién los utiliza? Son instrumentos utilizados por Dios para transmitir un mensaje. De esa forma, el mensaje que surge o recibimos a través de ellos es un mensaje inspirado por Dios.

Así que si hablamos de Escritura inspirada o Palabras inspiradas solo lo serían en un lenguaje instrumental. Inspiradas en el sentido de que contienen un mensaje inspirado. Pero el que está cargado de sentido divino es el mensaje. El que dice algo es el mensaje, lo demás es forma en que este nos llega. La forma puede variar y de hecho varía, si la forma fuera ¨forma divina¨ entonces, debería permanecer en el tiempo y no variar la forma. Sin embargo en principio el mensaje fue recibido e interpretado por un hombre-profeta que lo transmitió con unas palabras orales, luego este mensaje continuó en el tiempo cambiando de palabras de persona a persona y de tiempo a tiempo, luego fue puesto por escrito en otras palabras y figuras que fueran fieles al mensaje. Entonces tenemos el mensaje interpretado por un hombre y transmitido primero en forma de palabra oral, luego en forma escrita. El siguiente es el cuadro general:

Dios sopla———-Profeta receptor (1)——Comunidad receptora (2)

(Mensaje)       (Interpreta el mensaje lo codifica y lo trasmite)     (Recibe, interpreta el mensaje, lo codifica y transmite)

Escritor bíblico (3)

(Recibe de la tradición oral, interpreta y escribe)

¿Qué sopló Dios en el hombre-profeta? Un mensaje. ¿Qué trasmitía la palabra oral que salía del profeta y continuaba en la tradición? Un mensaje divino. ¿Qué contiene la Escritura sagrada? Un mensaje divino. El profeta no recibe una palabra sino un mensaje que debe transmitir con su palabra, concepto y cultura. Ese mensaje lo recibe en forma de impresión, visión o voz de ángeles. Muchas veces el profeta no encontraba en su cerebro y vocabulario imágenes y palabras precisas para dar el mensaje o explicar lo que vio.

¨Oí palabra de Dios que me dijo¨ no siempre debe entenderse como palabras al oído, más bien palabras al corazón, que deben ser oídas con el alma. En el caso de ser audible, se trataba de voz de agentes divinos de naturaleza espiritual, instrumentos angelicales que buscan la palabra más comprensible para el receptor específico que de primera mano recibe el mensaje.

Por todo lo anterior al hablar del autor debe incluirse a todos los que intervinieron en la transmisión oral, que va desde el primer relato del acontecimiento hasta su puesta por escrito. Los defensores de la inspiración verbal y plenaria reducen la inspiración a los originales. Pero el concepto de inspiración divina no puede confinarse a los escritos originales, los cuales no poseemos. ¿De qué nos sirven unos originales que no poseemos? El texto de la Biblia lo tenemos en copias existentes, copias que no están libres de problemas y contradicciones.

También es preciso declarar que si la Biblia tal como la tenernos es el resultado de las decisiones sobre el canon, la decisión de constituir un canon tiene algo que ver con la inspiración divina. La inspiración bíblica concluyó en un determinado momento, pero no la inspiración divina, porque Dios no ha dejado de guiar a su pueblo. Nos dice Arens «Podemos postular que el hecho de que los escritos de la Biblia no se hayan perdido, que hayan sido reconocidos como palabra de Dios, y la decisión misma de fijar un canon, se deben a la inspiración divina, es decir a la presencia activamente orientadora del Espíritu en el seno de la comunidad de creyentes… La inspiración divina como tal precedió a la composición de los escritos que constituyen la Biblia y no concluyó con la decisión sobre el canon, pues la comunidad siguió refiriéndose a esos textos pero interpretándolos ante las nuevas circunstancias, y así la tradición ha seguido su curso hasta hoy».

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