LA REVELACIÓN Y LA BIBLIA

Utilizamos la palabra «revelación» para denotar las comunicaciones directas y sobrenaturales de Dios al ser humano, mismas que alcanzó su más alto nivel en el Verbo hecho carne. En ese sentido, no se puede decir que la revelación especial sea idéntica con la Biblia, sino solo que está contenida o registrada en este libro.

La revelación especial es un acto de Dios, libre, consciente y deliberado, mediante el cual se da a conocer al ser humano y le da a conocer su voluntad. Mediante la revelación especial Dios reveló algo de su gloria, sus pensamientos y su voluntad. Aunque Dios se reveló por diversos medios (apariciones, visión), lo más general fue que Dios se reveló a los profetas mediante alguna comunicación interna de la verdad, algo así como una impresión al corazón del profeta. Pero Dios no solamente se reveló en palabras, sino también en hechos, a veces las palabras explicaban ciertos hechos reveladores de Dios.

Posiciones semejantes:

La revelación, según Karl Barth, es un evento en el cual Dios toma la iniciativa. También se enseña que la revelación no se puede equiparar con la Biblia. La Biblia y sus afirmaciones son testigos, señales, indicadores de la revelación. La Palabra de Dios no es la Escritura misma, ni son las afirmaciones de la Escritura misma la revelación. Según Barth, equiparar la Biblia con la Palabra de Dios es “un objetivizar y materializar la revelación.”

En Barth encontramos una “Teología de la Palabra de Dios.” Pero, distinguió cuidadosamente entre la Biblia y la Palabra de Dios. Uno puede leer la Biblia sin oír la Palabra de Dios, dice Barth. “La Biblia, es la Palabra de Dios en cuanto Dios habla por medio de ella . . . Por tanto la Biblia se convierte en Palabra de Dios en este evento . . .” Hasta que no se vuelve real para nosotros, hasta que no estalla en nuestra vida, hasta que no nos habla en la situación existencial, la Biblia no es la Palabra de Dios. De todo esto Barth concluye que, la Biblia es una constancia de la revelación pasada, y una promesa de revelación futura. .”

Por otro lado, Cito a Luis Berkhof (Introducción a la Teología Sistemática, 1977): «En la mayor parte de los casos la revelación, o sea la comunicación directa del mismo Dios, precede a su consignación por escrito. Usualmente, los profetas recibían sus comunicaciones algún tiempo antes de que las conservaran por escrito, Jeremías 25:13; 30:1,2. Esto también es cierto en cuanto se refiere a los apóstoles. Cuando recibieron la revelación más alta de Dios en Jesucristo, no la escribieron al momento para las generaciones venideras, sino solo después del lapso de varios años, y aun entonces no registraron cada detalle de lo que les fue revelado, Juan 20: 30; 21:25… Además, en algunos casos, aquellos que no recibieron revelaciones directas, las escribieron, no obstante, para el futuro. 

Atendiendo a todo esto puede decirse que hay un sentido en el que debemos distinguir entre revelación especial y Escritura.» Luis Berkhof termina diciendo que puede usarse el término «revelación» en un sentido más amplio a toda la Escritura, porque «solo por medio de la Escritura podemos recibir algún conocimiento respecto a las revelaciones directas de Dios en el pasado»

Argumentos contrarios:

Los «Padres de la Iglesia» consideraron a la Biblia como la Palabra de Dios, y en consecuencia la identificaron con la revelación divina. A la luz de los escritos de los Reformadores se puede sostener que identificaron la revelación divina con la Escritura.

Wayne Grudem dice: ¨las palabras de las Escrituras son las mismas palabras de Dios.

La Confesión de fe Bautista de 1869 explicada por Samuel E. Waldron nos dice que la inspiración verbal y plenaria es la enseñanza de que las palabras de la Biblia –todas las palabras de la Biblia- son los productos de una influencia directa y sobrenatural del Espíritu sobre los hombres que fueron sus órganos o instrumentos.

Esto quiere decir que las palabras de la Escrituras fueron escogidas por el mismo Dios no por los escritores humanos. Esto nos llevaría a concluir que solo los manuscritos originales fueron inspirados y eso pondría en tela de juicio el mensaje que tenemos hoy en las distintas versiones. Además debemos recordar que el mensaje  que contiene la Biblia fue dado y circuló durante mucho tiempo en forma oral antes de ser puesto en escrito. Las palabras en hebreo, arameo o griego en sí mismas no fueron inspiradas sino las personas para que registren el mensaje dado de manera oral y el dado de manera escrita. Debemos hablar de personas inspiradas para transmitir el mensaje. Mensaje este que mantiene su inspiración a pesar de ser transmitido en otras palabras o idiomas diferentes a los originales.

Quienes equiparan Biblia y Revelación son de manera principal aquellos que entienden inspiración como palabras o escritos inspirados, y los que la entienden como autores literarios inspirados.

Hay quienes enseñan que son las palabras tanto oral como escrita las que fueron inspiradas, que Dios escogió las mismas palabras de la Escritura y que ellas por tanto son palabras de Dios.

Las palabras que encontramos en la Biblia son palabras humanas. La inspiración es esencialmente presencia y comunicación divina, y ésta se da en personas, no a escritos. Los escritos pueden calificarse como inspirados solamente en la medida en que lo estuvieron sus autores.

Otros nos dicen que fueron los escritores bíblicos los que fueron inspirados por Dios. Ellos fueron movidos a recoger los eventos y palabras que Dios quería dejar a su pueblo y los inspiró. La inspiración en este caso es el mover de Dios a estos hagiógrafo para que escriban ya sea lo que vieron, recibieron de la tradición o que investigaron por su propia cuenta. La idea que Dios movió a los autores en su tarea de escritor, que modo que escribiese todo lo que Dios quería que escribiera. En esta creencia la concentración recae en el escritor como único beneficiario de la inspiración divina, y es peculiar el uso del término «hagiógrafo» (escritor sagrado).

Esta concentración en la inspiración del autor literario, pierde de vista algunos elementos. Y cito a Eduardo Arens «Si aquel que compuso un determinado escrito recopiló ciertas tradiciones, ¿hasta qué punto puede ser considerado como autor e inspirado por Dios? ¿No estuvo también inspirado el que por primera vez relató oralmente tal o cual tradición, de las cuales se va a depender? ¿No estaban inspiradas las profecías y la predicación de los apóstoles, transmitidas oralmente y en la que se basaron ciertos escritores? Y en las obras que fueron compuestas por varios autores, así como las que fueron retocadas o re-trabajadas, ¿Quién de todos fue el inspirado?»

Tanto la inspiración verbal y plenaria, que pone el énfasis en las palabras mismas, como ésta que pone en énfasis sobre los autores, ignoran la tradición oral –todo el proceso que va desde el acontecimiento ocurrido hasta su narración escrita –y no toman seriamente en cuenta los condicionamientos culturales, históricos  y circunstanciales del escritor.

En resumen, tenemos el testimonio de la revelación de Dios. Dios se reveló en el tiempo a personas y el registro de esa revelación ha llegado hasta nosotros en forma de escritura. La Biblia es el registro del testimonio acerca de la revelación especial de Dios a la humanidad. No se debe identificar Biblia y Revelación.

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