(1) La teología histórica es el estudio de cómo la iglesia ha interpretado la Biblia y cómo la doctrina de la iglesia ha cambiado y se ha desarrollado a través de la historia. Este estudio provee un trasfondo importante para entender la Biblia hoy y para apreciar los fundamentos de nuestra fe.
(2) La exégesis es el estudio detallado del texto bíblico, normalmente al nivel de un pasaje. La exégesis examina los detalles de la sintaxis, y la semántica del lenguaje bíblico en su contexto literario e histórico para tratar de responder en detalle a la pregunta ¿qué dice el texto? Una exégesis responsable de cualquier texto considera la historia de la interpretación del texto.
(3) La hermenéutica es el intento de explicar el significado o sentido de un pasaje bíblico e indicar maneras de aplicarlo en el tiempo y la cultura del intérprete. Hay distintas opiniones acerca de la diferencia entre la exégesis y la hermenéutica. Algunos académicos dicen que las dos palabras son prácticamente sinónimas. Pero para el resto de este estudio usaremos esta distinción: la exégesis responde a la pregunta ¿qué dice el texto?; la hermenéutica responde a las preguntas ¿qué significa el texto? Y ¿cómo debo aplicarlo a mi vida?
(4) La teología bíblica depende mucho de la teología histórica, la exégesis y la hermenéutica, pero da un paso más adelante. La exégesis y la hermenéutica estudian pasajes. La teología bíblica estudia libros enteros, conjuntos de libros (como el Pentateuco), o la Biblia entera. Combina los resultados de la exégesis y de la hermenéutica de todos los pasajes para formar una síntesis del mensaje en términos generales e intenta organizar toda esa información según temas o categorías que surgen del mismo texto bíblico.
El teólogo bíblico puede limitarse a estudiar la teología de un solo libro (por ejemplo, la teología de Marcos). Puede decidir enfocar su estudio en un autor (la teología de Pablo) o en una selección de libros (la teología de los profetas) o un testamento (la teología del Nuevo Testamento). Otra manera de hacer la teología bíblica es escoger un tema y seguirlo a través de una parte de la Biblia o toda la Biblia. Por ejemplo, Craig Blomberg publicó Ni pobreza, ni riquezas, una teología bíblica de las posesiones materiales. El mismo autor escribió un artículo titulado “Las posesiones materiales en el cristianismo primitivo” publicado en la revista Kairós (25). El libro considera toda la Biblia, el artículo solo Hechos y Santiago, pero ambos se enfocan en un solo tema.
La relación de la teología bíblica con la exégesis y la hermenéutica es en ambos sentidos. Ya se mencionó que la teología bíblica depende de los resultados de la exégesis y de la hermenéutica, pero estas dos disciplinas también dependen de la teología bíblica. La teología bíblica provee un marco conceptual que guía la interpretación de pasajes individuales. Por ejemplo, la teología bíblica provee la información que en Lucas y Hechos el autor enfatiza bastante la importancia de las mujeres y con frecuencia provee dos relatos similares, uno con un hombre y otro con una mujer. Esta información puede guiar al intérprete en su exégesis a considerar la posibilidad de interpretar los dos pasajes juntos. Por ejemplo en Lucas 2:25–35 Simeón profetiza acerca del recién nacido Jesús y en los versículos 36–38 Ana hace lo mismo. Al reconocer que esto es una práctica habitual de Lucas, el teólogo puede interpretar los dos pasajes juntos, notando que los pasajes realmente son complementarios.
(5) La teología sistemática también es un estudio sintético y también depende de la exégesis y la hermenéutica, pero su metodología es organizar la información bíblica según los temas clásicos formulados por primera vez por Aquino: teología propia (Dios), cristología, pneumatología, antropología, hamartología, soteriología, escatología, etc. La teología sistemática es un paso más alejado del texto bíblico que la teología bíblica porque impone las categorías de organización sobre el texto en lugar de permitir que el texto mismo determine las categorías. La teología sistemática también provee un marco conceptual para la interpretación de pasajes, pero un marco distinto del que la teología bíblica da. Por ejemplo, si el intérprete tiene bien clara la soteriología (teología de la salvación), él sabe que la salvación es por medio de la fe en Cristo y no por medio de realizar rituales religiosos. Cuando lee la frase “el bautismo que ahora los salva” (1 Pedro 3:21), va a estudiar para ver cómo esa frase concuerda con la doctrina de la salvación en lugar de aceptar que la persona que no ha sido bautizada no puede ser salva.
La relación entre la teología sistemática y la teología bíblica es compleja y controvertida. Por una parte, cada teólogo que intenta hacer teología bíblica está influenciado por sus convicciones acerca de la teología sistemática. Por ejemplo, un calvinista está predispuesto a ver la soberanía de Dios como un tema sobresaliente a través de la Biblia y a pensar en Dios como el gobernador supremo. En cambio, el luterano tiende a pensar en Dios como el gran juez, y el arminiano tiende a enfatizar la responsabilidad moral y el libre albedrío del ser humano.
Por el otro lado, la teología bíblica está entre la exégesis y la teología sistemática. Provee un puente entre los dos y en cierta manera provee la materia prima para la teología sistemática. Además, la teología bíblica puede proveer una manera sana para evaluar las conclusiones de la teología sistemática. Por ejemplo, los calvinistas y los arminianos debaten acerca de la posibilidad de “perder la salvación”. Históricamente, han considerado Hebreos 6:4–8 y 10:26–31 como pasajes que tienen que ver con ese debate: los arminianos dicen que muestran definitivamente que el cristiano puede perder eternamente la salvación y los calvinistas explican que la manera de actuar en estas dos citas comprueba que la persona nunca fue salva. Un estudio del libro de Hebreos desde la perspectiva de la teología bíblica muestra que el libro combina en forma intercalada enseñanza con exhortación, y tiene el propósito de convencer a cristianos que no deben abandonar su fe en Cristo ni volver al judaísmo debido a la persecución que están sufriendo. Frente a esto, es probable que los teólogos sistemáticos estén forzando el texto de Hebreos a responder a una pregunta que no tiene nada que ver con el significado del texto. Los calvinistas y arminianos deben resolver su conflicto doctrinal con otros pasajes de la Biblia y no con Hebreos 6:4–8 y 10:26–31.
(6) La teología pastoral aplica todas las ramas de estudio a la tarea de pastorear la iglesia del Señor. El enfoque está en el ministerio (predicación, enseñanza, discipulado, consejería, disciplina, exhortación, liturgia, etc.) fundamentado en el estudio de la Biblia. En cierta forma, la teología pastoral es la meta correcta para todas las otras disciplinas. A veces parece que la exégesis o la teología bíblica es un fin en sí mismo. Esto es un error. Dios se reveló en la Biblia para que las personas pudieran volver a estar en relación con Él y los unos con los otros. El fin de todo estudio de la Biblia es conocer a Dios y ayudar a otros a conocerle también.
Robert Simons, ed., Introducción a la Teología Bíblica, 1a ed. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2019).
¿Desarrollar la tarea en forma descriptiva o en forma normativa?
Desde que surgió el método “historia de religiones” algunos vieron la teología bíblica como una tarea descriptiva. Unos doscientos años después de Gabler, Krister Stendahl afirmó que la diferencia entre la teología bíblica y la sistemática era que la primera se dedica a descubrir cuál fue el significado del texto en tiempos bíblicos y la segunda trata de descubrir qué significa en el tiempo actual. En otras palabras, la teología bíblica describe lo que creía la gente en tiempos antiguos, mientras la sistemática trata de transformar esas creencias primitivas y pre-científicas en algo relevante para el día de hoy.
Esta no es una afirmación verdadera o útil según la definición de teología bíblica que estamos usando en este curso. En primer lugar, la teología bíblica y la sistemática son disciplinas paralelas. Ambas tratan de organizar la información que la Biblia proporciona según categorías, la diferencia está en la naturaleza de las categorías. En segundo lugar, ya establecimos la necesidad de que el teólogo tenga una cosmovisión bíblica para realizar la tarea de acuerdo con la naturaleza del texto bíblico (como una revelación divina). También vimos que la única manera de desarrollar una cosmovisión bíblica es a través de estudiar la Biblia y aplicar su mensaje a la vida. Por eso, la tarea de la teología bíblica necesariamente incluye tanto determinar lo que el texto significaba en tiempos antiguos, como también lo que significa en tiempos actuales, y también cómo llevar ese significado a la práctica en la vida.
Así que, es necesario desarrollar la teología bíblica en forma descriptiva para llegar a entender el significado del texto para los primeros destinatarios y también en forma normativa: contextualizando el significado al tiempo actual y haciéndolo normativo en la vida del teólogo. Al fin, la teología bíblica no es simplemente un ejercicio intelectual, sino un instrumento que Dios puede usar para transformar al teólogo y al mundo que le rodea.
¿La teología bíblica es una tarea histórica, literaria, o teológica?
¿Tarea histórica? El estudio académico de la historia en la época moderna acepta que no tenemos acceso en forma absoluta a lo que sucedió en el pasado, sino una reconstrucción parcial y tendenciosa de lo que pasó. Todas las narraciones de eventos pasados son parciales e influenciadas por el propósito y el pre-entendimiento del narrador. Son parciales por las limitaciones de memoria y observación. El historiador clásico Tucídides escribiendo unos 400 años antes de Cristo dijo: “aun los que están presentes no saben todo lo que sucede, sino que cada uno sabe lo que pasa cerca de él mismo” (Thuc. 7.44).
Pero todavía más importante, cada historiador selecciona una parte de todo lo que sabe y narra esa parte. Por ejemplo, Juan admite, “Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30–31). En otras palabras, Juan seleccionó una parte de entre muchas cosas que él sabía, y narró lo que apoyaba su propósito en escribir. Esto no quiere decir que Juan no escribiera lo que sucedió, sino que escribió una parte de lo que sucedió con el propósito de persuadir a sus destinatarios a creer en Jesucristo. Más adelante, en Juan 21:25, el autor declara la imposibilidad de escribir todo lo que Jesús hizo.
Frente a esta realidad, cada persona que estudia la historia tiene que desarrollar una metodología que le permita aprovechar al máximo las fuentes limitadas que tiene. Durante la Ilustración, el método histórico-crítico surgió como la manera aceptada de estudiar la Biblia. Este método tenía tres preceptos básicos: (1) el valor de la evidencia en una investigación histórica debe ser evaluado críticamente y el historiador debe considerar sus decisiones como tentativas y sujetas a evidencia adicional; (2) la experiencia normal es un criterio importante para evaluar la probabilidad de la veracidad de una narración histórica; (3) cualquier evento es parte de una cadena de causa y efecto y por eso un evento sin causa aparente probablemente no es un evento histórico.
Durante la Ilustración, la forma moderada de aplicar este método de estudio a la Biblia afirmaba que los eventos sobrenaturales como la creación y los milagros son eventos que el historiador científico no podía estudiar porque son eventos fuera de lo normal. La forma más extrema de aplicar el método afirmaba sin vacilar que los milagros y la creación ex nihilo no ocurrieron y que las fuentes históricas que hablan de estos eventos no son confiables. Por eso, muchos llegaron a considerar la Biblia como literatura mítica que no tiene valor alguno como una fuente histórica de lo que pasó. Solamente fue considerada útil para mostrar lo que personas primitivas y no-científicas creyeron. Tanto la forma moderada como también la forma extrema de practicar el método surgen de la cosmovisión moderna que eleva el intelecto humano por encima de la Biblia.
Es posible aplicar el método histórico-crítico a la Biblia sin sacrificar lo sobrenatural si el teólogo adopta la cosmovisión bíblica y acepta la trascendencia de Dios (que Él creó todo y tiene poder y autoridad sobre su creación) y la inmanencia de Dios (que Él está cerca de su creación y puede causar eventos en ella en forma directa, no solamente a través de cadenas de causa y efecto dentro de la creación). El método en sí no está mal, sino que la cosmovisión del que aplica el método afecta profundamente los resultados que produce.
La Biblia tiene muchos libros que se representan como narraciones confiables de eventos y personajes históricos. El método histórico-crítico aplicado por un teólogo comprometido con la cosmovisión bíblica puede ayudar a esclarecer lo que el texto dice y lo que significó para los destinatarios.13 El error es considerar la Biblia como un libro histórico solamente. Juan ciertamente era un historiador que pretendía producir una narración de ciertos eventos que realmente ocurrieron en la vida de una persona real llamada Jesús de Nazaret. Pero Juan era mucho más que un historiador. Un estudio histórico-crítico del Evangelio según Juan puede producir resultados valiosos, pero si no está acompañado con otros métodos de estudio producirá resultados incompletos.
¿Tarea literaria? Es indiscutible que la Biblia contiene literatura de muchas clases. Génesis es una obra literaria de muy alto nivel. Al comparar el relato de la creación en Génesis con otra literatura del Medio Oriente de la misma época que también proporciona una explicación de cómo llegó a existir el mundo, se observa que la calidad literaria de Génesis es superior en todo sentido. Isaías es literatura incomparable. Juan tiene la virtud de poder expresar las ideas más profundas e inescrutables en un lenguaje sencillísimo.
El estudio literario de la Biblia tiene una larga historia, pero durante la Ilustración, fue descuidado. La tendencia fue descartar la Biblia como literatura y concentrarse en el estudio histórico de pasajes aislados de su contexto literario. Teorías como la hipótesis documentaria de Graf y Wellhausen propusieron que la mayoría de la Biblia fue compuesta por un pastiche14 de fuentes incompatibles unidas por redactores o editores sin valor literario.
Cuando el estudio literario de la Biblia empezó a surgir otra vez en la mitad del siglo veinte, la mayoría de los académicos tenían la idea que la Biblia no tiene valor como un libro histórico, entonces muchos de los estudios literarios de esa época descartaba la historicidad de la Biblia y la estudiaba como si fuera ficción o literatura mitológica. Además, en lugar de usar los criterios literarios de la antigüedad, usaron las teorías literarias modernas y trataban las narraciones históricas de la Biblia como si fueran novelas ficticias de los siglos diecinueve y veinte.
Los resultados de este cambio del estudio histórico al estudio literario fueron mixtos. Lo bueno era que por fin estaban estudiando los libros de la Biblia como obras literarias y no como pastiches remendados por un editor. Por el lado malo, los estudios literarios perdieron mucha de la riqueza de las narraciones porque ignoraron la naturaleza histórica de la Biblia. Al fin, Dios se revela a la humanidad a través de hechos históricos. Cuando se trata una narración histórica como una obra de ficción o un mito, no es posible llegar a entender por completo el significado que el autor de la narración trató de comunicar.
Sin embargo, los métodos modernos de estudio literario de la Biblia han podido arrojar mucha luz sobre ciertos aspectos del texto. El teólogo que está comprometido con desarrollar una cosmovisión bíblica puede usar muchos de estos métodos sin rechazar la historicidad de la Biblia. Además hay un creciente movimiento de estudio literario que procura comparar textos bíblicos a otros textos literarios de la antigüedad que son ejemplos del mismo género literario, para intentar estudiar la Biblia como un ejemplo de literatura de su mismo entorno. Aunque los libros de la Biblia son ejemplos de literatura, la Biblia es mucho más que solamente literatura. Es necesario tomar en cuenta la naturaleza histórica del texto también.
¿Tarea teológica? Los intentos de estudiar la Biblia como un libro histórico y como una obra literaria, por lo general dejan a un lado la naturaleza teológica de las Escrituras, a pesar de que en la Biblia se presenta a Dios revelándose a través de actos y palabras. Es necesario desarrollar metodologías de estudio histórico y de estudio literario que son sanas y coherentes con la cosmovisión bíblica. Pero es necesario también tomar en serio la naturaleza teológica de la Biblia y preguntar de cada texto y libro ¿qué nos revela acerca de Dios y acerca de cómo debemos relacionarnos con Él?
Así que para cada una de las tres preguntas planteadas en esta sección, la respuesta es ¡SÍ! La teología bíblica es una tarea histórica, una tarea literaria, y una tarea teológica. Es necesario llevar a cabo las tres tareas en forma unida y coherente desde la perspectiva de una cosmovisión bíblica y con una actitud de humildad y reverencia siempre sensible a cómo Dios quiere transformarnos a través del estudio de su Palabra.
Las realidades materiales son percibidas con los ojos del cuerpo, las espirituales con los ojos del espíritu y las divinas con los ojos de la fe.
El conocimiento teológico está constituido por un objeto, un sujeto y unas mediaciones específicas. El objeto del conocimiento teológico es Dios tal como aparece en la revelación de los profetas hasta Cristo. El sujeto es el creyente, o la razón humana iluminada por la fe. Las mediaciones son la Sagrada Escritura y la predicación de la iglesia.
El objeto (el qué) de la teología
El teólogo reflexiona y habla sobre el hombre en cuanto pecador. Esta es la situación del hombre en la teología y el teólogo la trata de forma que el hombre perciba su naturaleza corrompida por el pecador.
El método (el cómo) de la teología
La manera en que el teólogo lleva a cabo esa tarea. El camino que permite al sujeto llegar al conocimiento del objeto.
Se puede estructurar la teología dogmática partiendo del momento inicial de la realidad y de la conciencia cristianas tal como están expresadas en la Biblia y avanzar hasta el momento de comprensión y vida en la Iglesia actual; pero también se puede seguir el camino inverso: partir de la actual vida de la Iglesia y hacer camino hasta el origen. El protestantismo se inclina hacia la primera hipótesis y el catolicismo hacia la segunda.
Ireneo distingue claramente las tres tareas del teólogo ante la revelación: exponer el contenido o el qué, indagar el por qué, y finalmente mostrar el cómo.
Las tareas que todo método debe cumplir:
La primera misión del teólogo es la audición fiel de la revelación original que ha tenido lugar en la vida del pueblo de Israel por la palabra de los profetas con todo lo que nos ha quedado sedimentado en la Ley, Escritos y Profetas. Esa revelación ha culminado en quien es el consumador de la promesa y en su persona es la revelación definitiva de Dios al mundo: Jesucristo. De él nos habla el Nuevo Testamento. El teólogo tiene como misión anunciar esa fe y ponerla en correlación con el pensamiento del ser humano. El exhorta y ruega, pero también está dispuesto a desenmascarar toda altanería que se levante contra la ciencia de Dios y doblegar todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
La Biblia es el punto de partida de la teología. La Biblia en cuanto palabra de los hombres, es objeto de la exégesis. En cuanto palabra de Dios, sólo abriéndonos al Espíritu Santo que la ha inspirado podemos penetrar en su sentido y sobre todo percibir en qué medida es palabra para nosotros, nos es dirigida a cada uno y es luz para nuestra situación particular. El ser humano percibe la revelación de Dios mediante el libro inspirado por el espíritu Santo a la vez que se deja inspirar por ese mismo espíritu. El teólogo tiene que oír, atender y atenerse a esa palabra originaria de la Escritura y a la tradición en la medida en que ella recuerde, interprete y norme desde la realidad vivida de acuerdo a la regla normante.
La audición puja hacia la intelección y hacia una respuesta en la forma suprema de la audición que es la obediencia. La tarea de la exégesis y la teología bíblica es el inventario de los datos históricos, la interpretación de textos y la contextualización de los hechos originadores del cristianismo. Pero la intelección de la realidad que está subyacente a ellos es la tarea de la teología dogmática o sistemática en sentido estricto. Su primer empeño es hacer elocuente y mostrar verdadera la realidad a la que remiten esas palabras bíblicas. Entender lo que se acoge en la fe y lo que se ama para mejor vivirlo: esa es la función de la teología. La teología es pensar y saber, inteligir y fundamentar, iluminar verdad y proponer sentido, rememorar historia de Dios y preparar salvación al hombre, responder del cristianismo ante la conciencia de la verdad en cada momento histórico.
La verdad está ligada a la praxis y la salvación se incoa en una forma de vida. El mensaje de Jesús es ante todo una nueva forma de existencia derivada de la filiación que él nos hace posible compartiendo con nosotros su condición. A diferencia del mundo griego, la verdad en cristiano es la manifestación de la vida divina realizada en Cristo para salvación de ser humano. Por ello además de conocerla, hay que acogerla, realizarla y dejarse llevar por ella hasta donde ella nos lleve, que es el corazón mismo de Dios. La acción pertenece así a la entraña del evangelio, que abarca todas las potencias del ser humano y reclama coherencia entre el pensar y el hacer, la palabra y la obra. La verdad se entiende dejándose llevar por ella hasta sus últimas consecuencias en todos los órdenes: intelectual, moral, social, e incluso político. El teólogo para comprender el evangelio tiene que tener una forma de vida coherente con él a la vez que tiene que mostrar a los demás cuales son las acciones personales y las instituciones sociales que llevan la fe a la práctica y cuáles son las que la niegan con los hechos.
Confesión, anuncio, testimonio, apología, martirio son claves esenciales del Nuevo Testamento. El teólogo tiene la misión de ir asumiendo las preguntas que desde fuera se hacen a la fe y dejándose inhabitar, perforar y provocar por ellas en el silencio, debe acogerlas y responderlas. El no se propondrá nunca demostrar a Dios y su revelación como hechos verificables a cualquier razón, pero sabe que tiene la capacidad de abrir horizontes de sentido que el hombre necesita, de situar la vida humana frente al último fin de esta forma proponer, como posible y fecunda, una vida con sentido y esperanza, derivada de la adhesión a Cristo y de la incorporación a su iglesia. La teología tiene que ser creadora de sentido, fundadora de esperanza y clarificadora de las dificultades.
A través de estas cuatro operaciones el teólogo tiene que ofrecer un saber de la fe. La teología lleva consigo estas exigencias:
¿Mediante qué operaciones concretas realizará el teólogo esa misión?
B. Lonergan (en su libro ¨Método en Teología¨, Salamanca 2006) ha expuesto las siguientes operaciones:
La comunicación que se preocupa de mostrar las relaciones existentes entre la teología y las otras esferas de la vida.