5.1 Temas Teológicos de los Evangelios y Hechos

En los evangelios y Hechos, volvemos a encontrar narraciones históricas desde la perspectiva divina como en las primeras dos secciones del AT. La gran diferencia es que narran del eterno Dios encarnado en un cuerpo humano. Los autores de estos libros presentan al Señor Jesucristo como el cumplimiento de todo lo que fue anticipado en el AT, por eso la contribución teológica de los evangelios y Hechos es grande. Sin embargo, los evangelios y Hechos son una continuación de las historias del AT, no son del todo nuevos. El primer libro del NT ilustra esa continuidad al registrar la genealogía de José, padre adoptivo de Jesús, como descendiente de Abraham y David.

En verdad, muy poco de lo que Jesús enseña y hace es totalmente nuevo. Todo el evangelio está prefigurado en el AT. De otra manera la encarnación de Dios en la persona humana de Jesús es un evento único en la historia del mundo. Sin embargo, esos eventos singulares son coherentes con la naturaleza de Dios como está revelado en el AT y proporcionan el cumplimiento de sus promesas y pactos con la humanidad. Los que se quejan que el Dios del AT y Jesús en el NT son opuestos no han entendido en realidad a ninguno de los dos.

5.1.2 Dios el creador

De los cuatro evangelios, Juan es el que presenta a Jesús en el contexto de la creación y de la sabiduría. La teología de los Salmos y de los libros sapienciales del AT, Job, Eclesiastés, Proverbios y Lamentaciones, también depende bastante de la teología de la creación. Por eso podemos anticipar que el Evangelio según Juan agrega a la teología de la creación desarrollada en esos libros del AT.

El libro de Génesis narra la creación del universo, pero Juan nos proporciona más información. Sabemos de Génesis que Dios creó por medio de su palabra hablada. Juan nos informa que Jesucristo es el creador (Jn 1:3), y se refiere a Jesús con el vocablo “logos” que tiene como parte de su campo semántico diversos significados asociados con la comunicación. Además, Juan afirma: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (1:11), dando a entender que Jesús es YHWH. “De YHWH es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan” (Sal 24:1).

Finalmente, en Juan 1:14 dice: “Y el logos se hizo carne, y habitó [tabernaculó]71 entre nosotros”. De los cuatro evangelios, sabemos que la familia de Jesús fue de muy pocos recursos (Lc 2:12, 24) y que durante los años de su ministerio Jesús no tuvo dónde recostar la cabeza (Lc 9:58). También, sabemos que Él sufrió emocional y físicamente y que su sufrimiento fue completamente injusto.

Así que, los sufrimientos, muerte y resurrección de Jesús responden a los interrogantes levantados en Job, Lamentaciones, algunos salmos y Eclesiastés. Para la persona o grupo que sufre por sus propios pecados (Lamentaciones y algunos salmos), los sufrimientos de Jesús proporcionan perdón de pecados y un rescate de las consecuencias de ellos. Para los que sufren sin estar conscientes de haber pecado (Job y algunos salmos), los sufrimientos de Jesús (Dios en carne humana) demuestran que Dios se identifica con ellos en sus sufrimientos. El autor de Eclesiastés afirmó no poder entender el significado de la vida frente a la muerte porque su método empírico no le permitió ver más allá de la muerte. Jesús murió y resucitó, e invita a todo el mundo a creer en Él, afirmando que los que se arrepienten y creen estarán con Él en el paraíso.

5.1.3. Dios y el ser humano

En el AT notamos la importancia de Dios en relación con el ser humano. Casi todo lo que el AT revela acerca de Dios tiene algo que ver con esa relación. Los primeros libros del NT presentan a Dios revistiéndose en la naturaleza humana.

En el AT, Dios se esforzaba en muchas maneras para restaurar la relación con la humanidad, y el gran problema siempre fue la incapacidad del ser humano de cumplir con las normas necesarias para mantener esa relación. La encarnación fue la manera en que Dios pudo adelantar su propósito, porque al fin en Jesús, existe un ser humano que puede mantener su relación con Dios. Además, Jesús, siendo Dios, puede comunicar la verdad acerca de Dios con los otros seres humanos en una forma concreta, visible y tocable.

5.1.4 Conocer a Dios

En el AT, el anhelo de los grandes hombres de Dios fue conocerle (Éx 33:13, 18). En el NT, Jesús afirma que la vida eterna es “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn 17:3). Lo que es diferente es la manera de conocer a Dios.

Ya notamos que a través del AT hubo un incremento en la distancia entre Dios y las personas. En el Pentateuco, Dios se relacionaba directamente con varias personas, en los libros históricos, su relación fue mayormente a través de profetas, y en los escritos, pasó a relacionarse mayormente a través de la palabra escrita. Aun en la época de los profetas, notamos un alejamiento gradual desde los primeros profetas como Elías y Eliseo hasta los últimos profetas como Daniel y Zacarías.

En cambio, en el NT, la relación vuelve a ser más personal que nunca, porque ahora Dios mismo se reviste de carne humana, anda en medio de su pueblo, come con ellos, habla con ellos y se deja tocar. Jesús afirmó a sus seguidores: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14:9). La igualdad entre Jesús y el Padre también equilibrada con las afirmaciones de Jesús que es siempre obediente al Padre, mostrando que, siendo igual al Padre, está en una relación voluntaria de subordinación a Él.

Algunos de los héroes de la fe del AT modelaron una relación estrecha de conocer a Dios, pero todos tuvieron sus momentos de desobediencia y alejamiento. Jesús modeló una relación perfecta con el Padre y afirmó tener un conocimiento exhaustivo de Él. El único momento de estar alejado de Dios fue cuando cargó el castigo de nuestros pecados, y fue en este momento de angustia que citó el Salmo 22:1, “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mc 15:34). Jesús nos invita a conocer al Padre a través de permanecer en Él.

5.1.5. Obediencia/Desobediencia

La ley de Moisés fue dada al pueblo como la norma que Dios exigía para mantener vigente el pacto. Incluía normas de comportamiento, y también normas rituales para mantener al pueblo santo y limpio. La mayoría de esas normas tenían un carácter externo (por ejemplo, no cometer adulterio). Las enseñanzas de Jesús muestran que bajo el nuevo pacto, las normas de comportamiento incluyen también un componente interno (no mirar a otra mujer con deseo). También la manera en que el pueblo de Dios manifiesta santidad y pureza bajo el nuevo pacto ya no es a través de cosas externas (no comer carne de cerdo) sino a través de cosas internas (Mc 7:18–23): “Todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar… Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre”. Entonces la manera de manifestar santidad bajo el nuevo pacto es a través de la pureza moral, no a través de cierta dieta o evitar contacto con cuerpos muertos, etc.

Todas las leyes y los rituales externos del AT deberían haber representado una realidad interna en la persona. Los profetas denunciaron el ritualismo externo que no correspondía a la realidad interna de la persona. En el NT, mucho de lo externo se hizo obsoleto debido a la vida y la muerte de Jesús, y las exigencias internas llegaron a tener la prioridad.

Jesús mismo cumplió la ley (Mt 5:17) e invita a las personas a estar (permanecer) en Él: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí” (Jn 6:54–57); y “Permaneced en mí, y yo en vosotros… el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15:4–5). Aunque el nuevo pacto exige un nivel superior de comportamiento y devoción que el antiguo, para el que permanece en Jesús, es posible lograr (muchas veces) cumplir con la exigencia porque la persona está en Jesús. Y cuando no logra cumplir (a veces) con la exigencia, sabe que Jesús sí logró el cumplimiento perfecto y que su muerte tiene valor redentor y perdonador para la persona arrepentida.

Igual que en el AT, Dios exige más que una obediencia pasiva (evitar hacer lo malo). Jesús envía a sus discípulos a amar a otros como Él nos amó (Jn 13:34), predicar, enseñar (Mt 28:19–20), dar ejemplo con sus vidas (Lc 6:40), y vivir en unidad (Mt 18:19; Jn 17:22–23).

5.1.6 Bendición/Maldición

En el AT, las bendiciones prometidas por la obediencia fueron en su mayoría de un carácter físico. En Mateo 5, Jesús pronuncia una serie de bienaventuranzas que se enfocan en bendiciones de un carácter espiritual sobre personas que están privadas de muchas bendiciones físicas porque le siguieron a Él. En Lucas 6:20–26, Jesús agrega ayes espirituales contra personas que gozan de bendiciones físicas en esta vida pero están lejos de Dios. En el NT es deficiente una fe que solo busca beneficios físicos sin incluir un verdadero compromiso con seguir a Jesús en sus sufrimientos y rechazo. Aquí hay una respuesta clara al acusador en Job: Dios hace diferencia entre la persona que solo busca las bendiciones y la persona que busca al que le puede bendecir (aunque en el momento esté sufriendo).

5.1.7 Dios toma la iniciativa y elige

En una tensión equilibrada con el siguiente punto, Jesús afirma: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre” (Jn 6:65). Igual como en el AT, Dios es quien toma la iniciativa y elige en el NT. La Biblia no explica en ninguna parte cómo es posible que Dios tome la iniciativa en elegir y a la vez el ser humano tiene que decidir y es responsable por sus decisiones. Diferentes perspectivas de la teología sistemática intentan responder a esta pregunta humana.

Las genealogías al comienzo de Mateo y en el capítulo 3 de Lucas muestran que Jesús es la simiente prometida en Génesis 3:15 y también el cumplimiento de las promesas a Abraham (Gn 12:3) y David (2 Sa 7:12–16). La cita de Oseas 11:1 en Mateo 2:15 muestra que Jesús representa al pueblo de Israel en un nuevo éxodo. Marcos presenta las ideas de un nuevo éxodo, un nuevo sacerdocio y una nueva comunidad. Así que las iniciativas antiguas de Dios para restaurar la relación con su pueblo tienen un componente nuevo y complementario en la vida de Jesús.

La salvación del ser humano es una iniciativa de Dios. Los cuatro evangelios y Hechos enfatizan la salvación y la definen en una forma amplia que incluye lo físico y lo espiritual. La meta de la salvación es una persona liberada de la esclavitud al diablo y el pecado, sanada de sus enfermedades y debilidades físicas, y en una relación sana con Dios, con las demás personas y con el resto de la creación. En especial en Lucas y en Hechos, esa salvación está presentada como el plan de Dios que tiene que (δεῖ) cumplirse.

5.1.8. El ser humano decide

Tanto las enseñanzas de Jesús como las predicaciones de los apóstoles en el libro de Hechos exigen a los oyentes una decisión que en términos resumidos es arrepentirse y creer en el evangelio. Tomar esa decisión conduce a la persona a la vida y la luz, rehusar tomarla conduce a la persona a la muerte y a las tinieblas. Jesús aclaró en repetidas ocasiones que solo existen estos dos caminos (por ejemplo Mt 7:13–14, compare Dt 30:19).

Jesús mismo dio ejemplo en toda su vida al tomar la decisión de obedecer a Dios. En la tentación a Jesús, los resultados fueron al revés de la tentación a Eva. Él triunfó sobre las mismas tentaciones que la derrotaron a ella. En el Evangelio según Juan, Jesús declaró en muchas ocasiones su obediencia explicita al Padre (por ejemplo Jn 14:10). La oración de Jesús en Getsemaní muestra que no fue siempre fácil para Él esa obediencia: “aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras” (Mc 14:36). El que permanece en Jesús tiene acceso a esa misma victoria que Él logró sobre las tentaciones.

5.1.9. Promesa/Pacto

El uso de las citas del AT en Mateo y al comienzo de Marcos aclara que las promesas de Dios llegan a su cumplimiento en la persona de Jesús. En Mateo, Jesús limita su ministerio y el de sus seguidores a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Después de la resurrección, Él extiende ese ministerio a todas las naciones. Pablo enuncia este principio con la frase “primeramente a los judíos y después a los griegos” (Ro 1:16).

El pacto que Dios hizo con la nación de Israel en Éxodo 19–23 tuvo el propósito de atraer a todas las naciones a Él a través de su pueblo (Dt 4:5–9). Jesús afirmó: “si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (Jn 12:32), dando a entender que ese propósito del pacto se cumpliría en Él. Las muchas profecías72 que predecían que habrá una gran afluencia de gentiles a Jerusalén para abrazar la fe de los judíos también están cumplidas en esta afirmación de Jesús. No es que los gentiles literalmente están corriendo a Jerusalén, sino que Jesús ahora es el ser humano que representa a Israel. Él es el templo (el lugar donde la gente puede tener comunión con Dios). Cuando los gentiles llegan a Jesús, están llegando al nuevo templo y haciéndose parte del pueblo de Dios.

La iglesia en el libro de Hechos comenzó como una comunidad exclusiva de judíos que habían reconocido a Jesús como su Mesías. El Espíritu Santo gradualmente guio a la iglesia a compartir el evangelio también con gentiles y dio sabiduría a los dirigentes de la iglesia a no exigirles a ellos el observar los aspectos externos de la ley judía. Con la inclusión de gentiles en la iglesia, el nuevo pacto amplió al pueblo de Dios incluyendo personas de muchas naciones y costumbres.

5.1.10. Santidad/Sábado/Presencia de Dios

El uso de Isaías 7:14 en Mateo 1:23 indica que Jesús es “Dios con nosotros”. La manera de experimentar la presencia de Dios de allí en adelante es a través de Jesús. En Juan 2:20–22, Jesús declaró que Él había remplazado el templo como el lugar de tener comunión con Dios. En Juan 4:21–24, afirmó que la ciudad de Jerusalén fue suspendida como el lugar de adorar a Dios y que de allí en adelante la adoración sería de carácter espiritual. Las parábolas al final de Mateo y Lucas indican que el actual liderazgo religioso de los judíos sería remplazado porque había rechazado a Jesús como el Mesías.

Además de establecer que la manera de relacionarse con Dios es a través de Él, Jesús dio pautas para la formación de una comunidad de personas comprometidas con Él. Esa comunidad debería estar caracterizada por el amor (Jn 13:34), la unidad (Jn 17:20–21), el perdón y la reconciliación (Mt 18:21–22), la devoción (Hch 2:42) y la comunión (Hch 2:44–47). Esta comunidad representa a Jesús en la tierra hasta su segunda venida (Hch 1:6–11).

5.1.11. El Dios de los ejércitos

En los libros histórico-proféticos y los escritos del AT encontramos con frecuencia la frase “Dios de los ejércitos”, que enfatiza su soberanía y control sobre toda la creación manifestada en guerra contra toda injusticia y maldad. En los evangelios sinópticos, este aspecto de Dios se manifiesta en el control absoluto que Jesús tiene sobre las fuerzas de la maldad en el ámbito espiritual. Echó fuera demonios, liberando a personas de su dominio; ató al hombre fuerte y saqueó su casa; y vio a satanás caer como un relámpago frente al ministerio de sus discípulos. Juan no narra los enfrentamientos entre Jesús y los demonios, sino va directo al grano y narra cómo Jesús derrota al diablo mismo (Jn 10:10) y deshace sus obras (1 Jn 3:8).

En el libro de Hechos, los delegados de Jesús (los apóstoles y discípulos) continúan y extienden la victoria sobre las fuerzas del mal en el nombre [la autoridad] de Jesús. Simón el mago queda asombrado al ver el poder manifestado por Felipe y los apóstoles (Hch 8:13, 18). Pablo pronuncia la ceguera para Elimas como castigo por su oposición al evangelio (Hch 13:11) y con una palabra echa fuera un espíritu de adivinación de una joven (Hch 16:18). Pero cuando unos judíos no creyentes tratan de invocar el nombre de Jesús y de Pablo como una fórmula mágica, el demonio los asalta y los deja heridos (Hch 19:14–16). Aun la tormenta que amenaza el barco en el cual viaja Pablo, y la culebra que le muerde la mano en Hechos 27 son unas manifestaciones satánicas en la naturaleza para intentar frustrar el plan de Dios de que Pablo testifique al César. Pero la voluntad de Dios prevalece y Pablo llega sano y salvo a Roma con todas las personas que viajaban con él.

Así que la guerra ordenada por Dios en el AT contra Amalec y los habitantes de Canaán donde Dios declaró el principio de jérem está vigente todavía en el NT. La diferencia es que el objetivo militar ya no es el ser humano que está rendido al diablo como su instrumento. El objetivo ahora es el diablo mismo, y los seres espirituales que están sometidos a él. En el libro de Daniel, vimos unos ejemplos de esos seres. Allá la lucha contra ellos estaba en las manos de los ángeles de Dios. En los evangelios y Hechos, la responsabilidad de luchar contra esas fuerzas espirituales de maldad pasa a las manos capaces de Jesús, y Él delega una parte de esa responsabilidad a sus siervos que operan en su nombre (Lc 9:1; 10:17–18; Hch 16:18). Esta delegación de autoridad representa un cambio con respecto al papel del ser humano en la lucha espiritual que observamos en el libro de Daniel.

5.1.12. La relación con Dios continúa después de la muerte física

Juan 5:28–29, “todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio” es una alusión a Daniel 12:2, “los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno”. Así que Jesús amplia y hace más específica la idea de algo más allá de esta vida. La frase “vida eterna” en Juan también dice mucho acerca de este estado final del ser humano.

Lo nuevo en los evangelios es el concepto de una resurrección singular (la de Jesús) que sucede antes de la resurrección general en Daniel. Tal vez es por eso que los discípulos no pudieron entender cuando Jesús dijo que iba a morir y resucitar el tercer día. Cuando Jesús declaró a Marta que su hermano iba a resucitar, ella afirmó su creencia en una resurrección general en el día final, pero cuando Jesús afirmo: “Yo soy la resurrección y la vida”, ella solo pudo decir: “yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn 11:23–27).

La parábola de Lázaro y el rico en Lucas 16:19–31 y la afirmación de Jesús al ladrón muriendo a su lado: “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23:43), dan a entender que hay una existencia consciente después de la muerte y para la persona que se ha arrepentido, esa existencia es algo semejante a lo que Adán y Eva experimentaron antes del pecado en el Edén.

5.1.13. Buscar a Dios es igual a seguir a Jesús

El autor de Crónicas desarrolló toda una teología de “buscar a Dios” que incluía varias características como la confianza en Dios en medio de dificultades, el consultar a Dios para decisiones, el depender en Él, el humillarse delante de Él, el agradecerle y darle la gloria. En los evangelios encontramos que estas mismas características pertenecen al que “sigue a Jesús”. Además el seguidor de Jesús está dispuesto a perder la vida física si es necesario para seguir en pos de su maestro. Jesús tiene que ir por el camino que le lleva a la cruz, y a su discípulo le toca ese mismo camino de auto-negación, amor por otros, y obediencia a Dios.

5.1.14. Sustitución

En Marcos 10:45, Jesús dijo: “Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. El tema de sustitución introducido en Génesis 3 con la muerte de un animal para cubrir la desnudez de Adán y Eva, llega a su cumplimiento final en la muerte de Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). El resto del NT interpreta teológicamente esta verdad.

5.1.15. Tierra

En los libros de Éxodo a Deuteronomio, parecía que la tierra de Canaán fue el destino y el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham, pero la realidad de los cuatro siglos o más de la historia del pueblo de Dios en la tierra mostraba que la realidad era otra. El tiempo después del retorno del exilio y hasta la venida de Jesús reafirmó que esa promesa a Abraham todavía no fue realizada. La trayectoria en Hechos desde Jerusalén hasta los confines de la tierra da a entender que al fin la “tierra” prometida a Abraham va a ser todo el planeta. Pero las predicciones de “guerras y rumores de guerras” (etc.) durante el tiempo entre la primera y segunda venida de Jesús indican que el tiempo de entrar en el reposo (Sal 95:11) va a ser después de esta época tan caracterizada por intranquilidad y peligro.

5.1.16. Ministerio profético

Los evangelios y Hechos declaran que Jesús es el cumplimiento de todo el AT (Lc 24:44; Hch 13:23–24). Jesús es aquel profeta que mencionó Moisés (Dt 18:18–19; Hch 3:22–23), quien no fue meramente un siervo del pacto que Dios dio a través de Moisés sino quien inicia el nuevo pacto. Jesús, el logos, es el profeta sin comparación porque Dios habla a través de Él, revelándose en forma perfecta, directa y completa. Además, es el único que habla con autoridad propia, porque del cielo vino y habla y testifica de lo que sabe personalmente (Jn 3:11–13, 31–33). Después de 400 años sin profeta, en Jesús, el ministerio profético llega a su culminación.

5.1.17. Ministerio de intercesión/oración

Los evangelios y el libro de Hechos tienen muchas enseñanzas acerca de la oración. Jesús enseñó que debemos orar en el nombre de Él y dirigirnos a Dios como nuestro Padre. Dijo que el Padre nos ama y que nuestras oraciones le glorifican. El “Padre nuestro” afirma todas las clases de oración halladas en los Salmos: contiene alabanza, sometimiento, intercesión, y petición.
Además de enseñar acerca de la oración, Jesús nos dio ejemplo. Con frecuencia, Él se apartaba de las multitudes para estar a solas con Dios en oración. Oró toda la noche antes de nombrar a los apóstoles. Antes de ir a la cruz oró y aconsejó a sus discípulos a hacer lo mismo. En el libro de Hechos, la iglesia permanecía unánime en oración y enfrentaba cada problema y decisión con oración.

5.1.18. El remanente

En Mateo 22:14, Jesús declaró: “porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”, así afirmó el concepto del remanente introducido en los profetas y los escritos. Las multitudes que seguían a Jesús no entendían la verdad acerca de Él y caprichosamente le abandonaron cuando el camino su puso difícil. Sorprendentemente, los “escogidos” incluían prostitutas, cobradores de impuestos, samaritanos, leprosos, endemoniados y hasta algunos despreciados gentiles. En cuanto a los seguidores de Jesús, Dios cumplió con la alabanza profética de Ana (1 Sam 2:1–10) y de María la madre de Jesús (Lc 1:46–55): humillar al rico y arrogante y exaltar al pobre y humilde.

5.1.19 El rey

Aunque la frase “reino de Dios” no aparece en el AT, vimos que el concepto es importante en los libros históricos, proféticos y los escritos. Dios ejerció su soberanía en el AT a través de seres humanos, gobernando a través de ellos. Jesús vino declarando la llegada del reino de Dios. Las enseñanzas de las parábolas del reino (Mt 13 y pasajes paralelos) dan a entender que el reino está presente en forma escondida pero poderosa. Las parábolas al final de Mateo y Lucas dan a entender que Jesús es el rey (confirmado con el uso de Salmo 2 en su bautismo, Mt 3:17). Los cinco bloques de enseñanza de Jesús en el Evangelio según Mateo exponen detalles acerca del reino.

Aunque Juan solamente usa la frase “reino de Dios” dos veces, para él, la “vida eterna” tiene el mismo significado. Tanto para Juan como para los autores de los sinópticos, la manera de entrar en el reino (nacer de nuevo en Juan) es a través de un arrepentimiento sincero y de la fe en Jesús. Hechos registra miles de personas haciendo exactamente eso, y siendo agregados a la iglesia. Aunque la iglesia no es el reino de Dios, es el instrumento en la tierra que tiene la responsabilidad de anunciarlo y como comunidad, debe vivir de acuerdo a sus preceptos.

Las secciones anteriores sobre obediencia y sobre la presencia de Dios mencionan algunas características de comportamiento que los que entran al reino deben demostrar: amor, unidad, obediencia, pureza moral, etc.

5.1.20. Sufrimiento

La cruz del Calvario cambió para siempre el concepto bíblico de sufrimiento. En los Escritos, el sufrimiento fue causa de gran consternación para muchos salmistas y provocó una crisis teológica para Job. De igual manera cuando Jesús predecía su sufrimiento, causó preocupación y rechazo en los discípulos, porque todavía no podían entender la razón por la que tenía que sufrir. Después de la resurrección, y durante 40 días, Jesús les abrió las Escrituras para que los discípulos pudieran entender las bases bíblicas de su sufrimiento. Las predicaciones de Pedro y Pablo en el libro de Hechos muestran que ellos captaron que la muerte de Jesús fue según el plan de Dios (Hch 2:23; 13:29), aunque no explican en detalle su significado.

Los pasajes que explican mejor el hecho de que el sufrimiento de Jesús rescató a los pecadores de las consecuencias eternas del pecado son: (1) Marcos 10:45, “para dar su vida en rescate por muchos” y (2) las palabras que habló Jesús al instituir la Cena del Señor: “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada” (Mc 14:24). Este sufrimiento es, también, la mejor respuesta a Job y a los salmistas que se quejaron de sus sufrimientos. Dios mismo estuvo dispuesto a padecer las consecuencias de los pecados en su propio cuerpo humano. Esto muestra que vale la pena soportar el sufrimiento temporal y mantener la mirada en el galardón eterno que Cristo ganó por nosotros.

La parte final de los evangelios sinópticos está dedicada a enseñar a los discípulos de Jesús que ellos también tienen que estar dispuestos a sufrir injustamente, igual como su maestro. Caminar con Jesús en esta vida involucra caminar por el camino que conduce a la cruz. Juan 12:28 enseña que la muerte de Jesús glorificó al Padre y a Él mismo. Juan 21:19 enseña que la muerte de un discípulo de Jesús (cuando muere por causa de su fe) también glorifica a Dios.

5.1.21. Tiempo

Los evangelios sinópticos enseñan una escatología parcialmente realizada. En ellos Jesús declara que el reino de Dios ya está presente a través de sus acciones y palabras. Con el nacimiento de Jesús, se inició la nueva creación, pero la antigua creación todavía existe. El discípulo de Jesús tiene que vivir en la expectativa constante de su pronto regreso (Mt 24:44–51) pero también preparado en el caso de que demore (Mt 25:1–13). El deber del discípulo es usar el tiempo que resta para invertir sus habilidades, tiempo y esfuerzo en edificar el reino (Mt 25:14–30), demostrar amor sincero en formas prácticas (Mt 25:31–46), hacer discípulos (Mt 28:19), y vivir en obediencia a todo lo que Jesús mandó (Mt 28:20).

RELACIÓN ENTRE TEMAS

Al final del AT, el pueblo de Dios estaba bajo el dominio de gobiernos paganos y la voz profética fue silenciada por unos cuatrocientos años. Cuando el ángel Gabriel apareció a Zacarías para anunciar el nacimiento de Juan el Bautista y dio a entender que ese niño cumpliría la profecía en Malaquías del retorno de Elías, el anciano sacerdote no pudo creerlo. El exilio en Egipto había durado unos cuatrocientos años también, y cuando llegó Moisés y Aarón anunciando que Dios iba a liberarles de la esclavitud, también les costó a los ancianos del pueblo creerlo.

Pero el niño Juan nació, y seis meses después también nació el salvador. Los eventos narrados en los evangelios y Hechos cambiaron para siempre el rumbo de esta creación y dio inicio a la última etapa del plan de Dios para restaurar la relación entre Él y la humanidad. Lo irónico de todo esto es el rechazo hacia Jesús que la mayoría de su pueblo le mostró, aunque el discurso de Esteban en Hechos 7 aclara que ese rechazo fue la culminación de una historia de rechazo al propósito de Dios para con ellos.

La llegada de Jesús a la tierra trajo una voz de autoridad que interpretó para el pueblo el verdadero significado de los actos y las palabras de Dios en sus Escrituras. Esa interpretación divina chocó en parte con tradiciones y costumbres apreciadas, ilustrando la verdad de que los pensamientos de Dios son más altos que los de los hombres (Isa 55:8–9). Dios se reveló a su pueblo a través de hechos históricos y la palabra profética en el AT. Con la llegada de Jesús, Dios agregó una revelación directa en forma humana y una cantidad de hechos realizados y palabras habladas por Jesús. Nada contradecía las revelaciones anteriores, pero mucha información fue agregada, lo mal entendido fue corregido, y lo predicho cumplido.

Al examinar los temas teológicos de este capítulo, podemos observar que existe una relación complementaria entre ellos y que son una continuación y ampliación de lo anterior. Todavía, el propósito de Dios de restablecer una relación íntima y amistosa con la humanidad predomina. Cada tema, de alguna manera u otra contribuye a ese propósito global. La desobediencia de Adán y Eva fue el comienzo de una noche oscura y tenebrosa, y el resto del AT narra el trascurso de esa noche, marcada por unos puntos de luz. El período más oscuro ocurrió al final de la noche, pero la vida de Jesús es el amanecer del día cuando por fin se puede ver con más claridad.

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