En el libro de Hebreos, encontramos un fenómeno que habla en forma implícita de la continuidad y discontinuidad entre los testamentos: el uso del AT en Hebreos. El autor de Hebreos usa textos del AT para establecer la superioridad de Jesús y del nuevo pacto, demostrando que lo nuevo es un desarrollo lógico de lo antiguo y que lo nuevo fue predicho en lo antiguo. Este argumento tiene dos implicaciones importantes que nos ayudan a entender la relación entre los testamentos y también la naturaleza de la unidad y diversidad de las Escrituras:
1. El AT no existe como un texto completo que se puede leer e interpretar en forma aislada del NT. De la misma manera, el AT es necesario para poder entender e interpretar el NT. Hay una interdependencia entre los dos que demuestra tanto unidad y continuidad como también diversidad y discontinuidad. Si el mensaje de los dos testamentos fuera del todo una unidad, la interpretación del uno no dependería del otro. Si el mensaje de los dos fuera del todo diverso, entonces el AT no ayudaría en la interpretación del NT ni el NT en la interpretación del AT.
2. Hay un progreso teológico que procede en forma irreversible del AT al NT. La vida, muerte y resurrección del Señor Jesucristo cambió para siempre la manera apropiada de relacionarse con Dios. Este evento fue prefigurado y predicho en el AT, pero cuando ocurrió, muchos de los rituales y las ordenanzas que prefiguraron a Cristo se hicieron obsoletos como maneras de relacionarse con Dios. Después de la llegada de lo nuevo, no fue aceptable ante Dios seguir practicando lo antiguo.
5.3.1. Dios el creador
Igual como en los libros de Juan y Colosenses, Hebreos presenta al Señor Jesucristo como el Creador. Y como en Colosenses, Jesús es el que sostiene el universo. A partir de esta verdad fundamental y usando muchas citas del AT, el autor de Hebreos demuestra la superioridad de Jesús sobre todo ser creado y sobre todo ministerio y ritual de la antigüedad (compare Ef 1:10, 20–23; Col 1:13–20).
El libro de Apocalipsis narra cómo la antigua creación sufre las consecuencias del pecado (Apo 6:1–8:5), se desmorona cuando Dios deja de detener la maldad en ella (8:6–11:19), cae bajo el juicio justo de Dios (15:1–19:5), y finalmente desaparece (20:11). Después de la desaparición de la antigua creación y el juicio de Dios contra los que no están en Cristo, aparece una nueva creación en la cual no hay ninguna mancha del pecado, y la relación entre Dios y la humanidad es restablecida a la perfección y por la eternidad.
5.3.2 Dios y el ser humano
Notamos en el capítulo 6, una verdad que hace posible restablecer la relación entre la humanidad y Dios: la humanidad y la divinidad de Jesús. En 1 Timoteo 2:5 Pablo declara que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres. El libro de Hebreos usa la naturaleza humana de Jesús como un fundamento teológico para sus exhortaciones a dejar el pecado (12:1–4). Jesús, siendo Dios, vivió una vida por completo humana (Heb 2:14–18). Al considerarle a Él, tenemos el ánimo y la motivación de despojarnos “del pecado que tan fácilmente nos envuelve” (12:1). El libro de Apocalipsis presenta la soberanía absoluta de Dios y de Jesucristo sobre toda la creación. Es necesario entender la relación de Dios con el ser humano a través de toda la Biblia a la luz de esta soberanía.
5.3.3. Conocer a Dios
El autor del libro de Hebreos exhorta a sus destinatarios a acercarse a Jesús (Heb 4:16; 10:22). Esto implica conocerle, y la base teológica que permite ese acercamiento es su sacrificio en la cruz. La carta 2 Pedro abre deseando que sus destinatarios crezcan en el conocimiento de Dios (2 P 1:2). En 1 Juan, la señal de conocer a Dios es el amor hacia los demás. Si alguien no tiene ese amor, es porque no ha conocido a Dios (1 Juan 4:6). Las visiones de Apocalipsis muestran al pueblo de Dios en su presencia en adoración. En la Nueva Jerusalén “el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos” (21:3) cumpliendo Jeremías 31:34, “Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: ‘Conoce al SEÑOR’, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande”.
5.3.4 Obediencia/Desobediencia
Santiago enfatiza la necesidad de ser “hacedor de la Palabra” y 1 Pedro exhorta a los cristianos a ser santos. En ambos libros, la manera de hacer esto ya no es a través de rituales y obediencia externa, sino a través de una vida transformada por un nuevo nacimiento (Stg 1:18; 1 Pedro 1:3, 23).
5.3.5. Bendición/Maldición
Santiago aclara que toda cosa buena viene del Padre (Stg 1:17). 1 Pedro enfatiza que el que sufre por haber hecho lo bueno participa de los sufrimientos de Cristo y participará con Él del premio. En el libro de Apocalipsis hay siete bienaventuranzas, cada una asociada en alguna forma con obediencia a Dios y a su Palabra. Varias de ellas incluyen la idea de perseverar en obediencia a pesar del sufrimiento y aun de la muerte. Igual como en los evangelios y en la literatura paulina, el carácter de la bendición recibida está asociado con la existencia futura en la Nueva Jerusalén, y no con las cosas físicas de este mundo antiguo.
5.3.6. Dios toma la iniciativa/el ser humano decide,
A través del libro de Apocalipsis, se mantiene la tensión equilibrada entre la soberanía de Dios quien toma la iniciativa, y la responsabilidad humana de decidir si acepta la gracia de Dios y se somete a su autoridad o no. Dios sella y protege a los 144.000 (iniciativa divina), pero ellos vivieron apartados de la maldad y llegaron a ser victoriosos por la sangre del Cordero, la palabra de su testimonio y porque no amaron sus vidas hasta la muerte (Apo 12:11, responsabilidad humana). Los incrédulos rehúsan arrepentirse y apartarse de su maldad (Apo 9:20–21), y adoran a la bestia (13:8, responsabilidad humana). Pero Apocalipsis 13:8 aclara que los que no se arrepienten son “todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no han sido escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado” (iniciativa divina).
5.3.7 Promesa/Pacto
El libro de Hebreos hace una comparación detallada entre el pacto antiguo y el nuevo. El antiguo fue establecido entre Dios y su pueblo a través de Moisés y basado en la obediencia a la ley. El nuevo fue establecido entre Dios y Jesús (e incluye a todos los que están en Él), y está basado en la obediencia de Él y su muerte expiatoria en la cruz. El antiguo solo duró un cierto tiempo, el nuevo es un pacto eterno. El antiguo fue ratificado con la sangre de animales rociada sobre el pueblo, el nuevo fue establecido cuando Cristo derramó su propia sangre en la cruz.
5.3.8. Santidad/sábado/presencia de Dios
Para los judíos del primer siglo, la manera de mantenerse en comunión con Dios fue “hacer la Torá”. Santiago (probablemente el primer libro escrito den NT) tiene como tema principal “ser hacedor de la Palabra” (Stg 1:22). Para este autor, esto quiere decir obediencia de corazón a la “ley que da libertad” (Stg 1:25; 2:12), la ley del amor. Él contextualizó las enseñanzas de Jesús a una cultura diferente. Ya no es un asunto de circuncisión, guardar el día de reposo, y mantenerse ritualmente puro, sino de una vida transformada por el nuevo nacimiento (Stg 1:18).
El libro de Hebreos manifiesta este tema en las exhortaciones de “acercarse a Jesús” (4:16; 10:22). En el libro 1 Juan, el autor aclara a través de todo el libro que la manera de experimentar la presencia de Dios es a través de la obediencia, el amor, y la fe. También aclara que estos tres elementos son aspectos inseparables del carácter de un cristiano, son como tres hebras unidas para formar una trenza. Juan afirma que estos tres elementos obran en forma unida para producir el comportamiento ético que agrada a Dios. El autor de Hebreos agrega la idea de que quien vive en fe y obediencia ha “entrado en su reposo” y va a perseverar hasta el fin. Al final del libro de Apocalipsis, Dios habita en medio de su pueblo. Al fin, esa comunión íntima que Dios tuvo con Adán será restaurada a la perfección, el pueblo de Dios ha entrado en su reposo, y el pueblo santificado puede acercarse al Santo Dios sin peligro y sin temor.
5.3.9. El Dios de los ejércitos
Santiago habla de una sabiduría que es diabólica, y nos advierte a someternos a Dios y resistir al diablo para que este huya de nosotros (Stg 4:7). Pedro nos avisa que el diablo nos asecha como un león y por eso debemos estar alertos y sabios, resistiéndole con firmeza (1 P 5:8).
La guerra espiritual aparece en 1 Juan debido al hecho de que algunos habían salido de la iglesia y estaban tratando de engañar a los fieles. Juan aconseja a sus destinatarios cómo defenderse frente a este engaño: depender de la unción que tienen y aferrarse a la doctrina correcta que habían aprendido desde el comienzo de su vida cristiana. Les anima a ellos con varias verdades tales como “el Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo” (1 Jn 3:8); y “sino que aquel que nació de Dios le guarda y el maligno no lo toca” (5:18).
El libro de Apocalipsis presenta la culminación del tema “el Dios de los ejércitos” (aunque no usa esa frase). En Apocalipsis 19:11, Jesucristo aparece montado en un caballo blanco con los ejércitos celestiales atrás. De allí en adelante Apocalipsis narra la victoria absoluta y final sobre el diablo y todos los que le siguen.
5.3.10. La relación con Dios continúa después de la muerte física
Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro y Judas todos presentan el futuro glorioso con el Señor como una motivación fuerte para perseverar en la fe, la santidad y las buenas obras a pesar de todo tipo de sufrimiento y persecución en esta vida.
El libro de Apocalipsis usa múltiples visiones para proporcionar algunos detalles acerca la vida eterna. La verdad relevante es que los creyentes experimentarán en forma directa la presencia de Dios y de Jesucristo. Parece que habrá en esa nueva creación muchas cosas que hay en esta antigua: árboles, ríos, y ciudades con calles y puertas. La ausencia explícita del sol y de la luna se atribuye en forma directa a Dios que será la fuente de luz, lo que implica que la naturaleza del tiempo habrá cambiado (en Génesis una función del sol y de la luna fue marcar el paso del tiempo). En esa existencia futura no habrá ningún rastro del pecado, ni de los resultados negativos que el pecado trajo a este mundo: enfermedades, dolor, guerras, tristeza, lágrimas, y muerte. Los que tienen derecho a participar de esa vida son los que tienen sus nombres escritos en el libro de la vida del Cordero, y el resto de la humanidad que no tienen sus nombres registrados en ese libro estarán separados eternamente de Dios en el lago de fuego.
5.3.11. Buscar a Dios, seguir a Cristo, en Cristo, los vencedores
La frase “el vencedor” aparece cerca del final de cada una de las cartas a las siete iglesias en Apocalipsis 2–3 con una promesa que es diferente en cada carta. Todas las promesas tienen algo que ver con la vida eterna en el cielo, y el vencedor es la persona que se arrepiente de haber hecho lo malo y que sigue firme en obediencia a Jesucristo. Puesto que los peligros que las iglesias en Apocalipsis enfrentan son rendirse a doctrinas falsas y prácticas no-bíblicas, “el vencedor” en Apocalipsis es igual al que “busca a Dios” en Crónicas, al que “sigue a Cristo” en los evangelios y al que está “en Cristo” en las cartas de Pablo. Es otro término bíblico para describir a los que “andan con Dios”.
5.3.12 Sustitución
Tanto Hebreos como 1 Pedro enfatizan el hecho de que Jesucristo murió en lugar de nosotros y que por medio de esa muerte adquirió para nosotros la reconciliación con Dios por medio de la fe en Él. 1 Pedro 1:19 se refiere a Cristo como el Cordero precioso cuya sangre nos redimió. En Hebreos 9:11–14, 25–26, Cristo se ofreció una vez para siempre en lugar de nosotros. El libro de Apocalipsis se refiere a Cristo como el Cordero 28 veces. En este libro, el Cordero es el que fue sacrificado en lugar de nosotros, y también es el victorioso conquistador.
5.3.13. Tierra
En el libro de Hebreos, el autor compara el peregrinaje de los israelitas desde Egipto a Canaán con nuestro peregrinaje aquí en la creación antigua hacia nuestra morada eterna en la nueva creación. Advierte que como los israelitas no entraron al reposo de la tierra prometida por incredulidad y desobediencia, debemos tener mucho cuidado de no caer de la misma manera. El ejemplo de los héroes de la fe en Hebreos 11 muestra que ellos tenían la mirada puesta en un futuro glorioso. El ejemplo de Jesús al comienzo de Hebreos 12 nos anima a soportar los sufrimientos de esta vida, motivados por el gozo que nos espera.
Santiago y Pedro se refieren al pueblo de Dios como peregrinos, implicando que andan en camino a algo diferente. Apocalipsis describe el destino en las visiones al final del libro. La Nueva Jerusalén que desciende del cielo (y que es la novia del Cordero) tiene dimensiones gigantescas y es el lugar donde el propósito de Dios en el Edén estará realizado a la perfección.
5.3.14. Ministerio profético
Hebreos contrasta el ministerio profético del AT, que fue una manera que Dios usó para hablar a su pueblo, con Jesús, por medio de quien Dios habla ahora. Esto recalca la verdad de que Jesús es la culminación de todos los profetas y de toda profecía. Apocalipsis 19:10 reconfirma esta idea: “pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
El ministerio profético en el NT (como también en el AT) dio lugar a falsos maestros que abusaron de la fe de algunos al propagar doctrina falsa y promover prácticas no-bíblicas. En 2 Pedro 2 y en Judas, los autores advierten a sus destinatarios de este peligro y dan instrucciones acerca de cómo evitar el engaño y también en el caso de Judas, cómo tratar a los engañadores infiltrados. En el libro de Apocalipsis, el poder engañador de la profecía falsa llega a su colmo (predicho en 2 Tesalonicenses 2:3–12), pero a la vez, aparecen los dos testigos en el capítulo 11 que pueden realizar todas las señales que realizaron Moisés y Elías.
En 1 Pedro 5:1–4, el apóstol enseña a los que ejercen el ministerio en las iglesias que deben hacerlo con humildad y amor, no por el dinero ni en forma autoritaria.
5.3.15. Ministerio de intercesión/oración
Uno de los temas de Santiago es la oración. El autor enseña que debemos orar con fe, sin dudar, que toda cosa buena viene de Dios, y que la oración es la respuesta indicada para cada circunstancia de la vida. Un aspecto de la oración a Dios desde el libro de Éxodo es la alabanza. En los Salmos, la alabanza fue una parte central de comunicarse con Dios. En el libro de Apocalipsis, la alabanza llega a su culminación donde multitudes innumerables de seres espirituales y seres humanos unen sus voces en alabanza y adoración a Dios.
5.3.16 El remanente
En Santiago y 1 Pedro, los destinatarios son “peregrinos” y en Hebreos el autor usa el concepto de que los cristianos estamos de paso en este mundo con la mirada puesta en el futuro. Esto tiene la implicación del remanente: que somos un grupo relativamente pequeño y que tenemos un futuro y un destino distinto de la mayoría de las personas en este mundo. En el libro de Apocalipsis, el autor hace diferencia entre las personas que “moran en la tierra” (Apo 6:10; 11:10; 13:8, 14; 14:6; 17:2, 8), los que no tienen sus nombres escritos en el libro de la vida (13:8; 17:8; 20:12, 15), y las personas que son vencedores (2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21; 12:11; 21:7), los sellados (7:4, 5, 8), los que entrarán en la Nueva Jerusalén (el remanente).
5.3.17. El rey
Hebreos 12:28; Santiago 2:5 y 2 Pedro 1:11 hablan del reino de Dios como nuestra herencia y destino. Apocalipsis nombra al Señor Jesucristo como Rey de reyes y Señor de Señores (19:6). El libro de Apocalipsis, como ya hemos dicho, enfatiza la soberanía absoluta de Dios y de Jesucristo, su autoridad y poder sobre todo lo creado.
5.3.18 Sufrimiento
Hebreos presenta el sufrimiento en esta vida como la disciplina del Padre amoroso que la usa para nuestro bien. Santiago nos aconseja a gozarnos en las pruebas, sabiendo que producirá en nosotros la paciencia. Pedro afirma que cuando el cristiano sufre, está cumpliendo con los sufrimientos de Cristo (1 P 4:13). En el libro de Apocalipsis, los que sufrieron en esta vida reciban su recompensa final y Dios juzga con justicia perfecta a los que causaron el sufrimiento de su pueblo.
5.3.19. Tiempo
Todos los libros estudiados en este capítulo reconocen un componente escatológico de nuestra salvación. Es decir, lo que experimentamos en esta vida solo es una parte de la bendición que Dios tiene preparada para nosotros en el futuro. La esperanza escatológica es un motivo para perseverar y vivir en obediencia.
Apocalipsis narra visiones que revelan algunos aspectos de esa existencia futura que es la culminación de nuestra salvación. Como mencionamos antes, la ausencia del sol y de la luna en esa existencia probablemente indica que la naturaleza del tiempo allá será diferente. No hay consenso entre teólogos si esto quiere decir que no habrá tiempo (una cosa imposible para que un ser humano pueda conceptualizar), o si habrá tiempo, pero su naturaleza será diferente de lo que experimentamos ahora.
Lo único que podemos decir con certeza es que el aspecto del tiempo que tiene que ver con la anticipación agradable de algo bueno y la anticipación con temor de algo malo no existirá, porque no se puede mejorar la perfección, y nada malo tendrá lugar allá. Por eso, nuestra percepción del tiempo será diferente por lo menos en ese aspecto de anticipación.
RELACIÓN ENTRE TEMAS
Igual como el libro de Génesis es una introducción a todo el resto de la Biblia, el libro de Apocalipsis es una conclusión a toda la Biblia. Es posible leer Apocalipsis e interpretarlo como una obra literaria independiente, pero se pierde mucha de la riqueza teológica del libro. Al final de Apocalipsis se confirma la idea que viene desarrollándose a través de toda la Biblia, que el propósito de Dios es restaurar la relación con los seres humanos. Todos los otros temas están relacionados de alguna manera u otra con ese propósito. Los otros libros considerados en este capítulo agregan información a los temas ya descubiertos.